Inflamación y OMEGA 3

Por Diario Digital Dominicano

Diario Digital Dominicano, por el Dr. Leonardo Andújar Zaiter, 1 de mayo 2023, Santo Domingo, DN, República Dominicana.-La inflamación es la primera respuesta del sistema inmune a la infección o lesión, pero lasrespuestas inflamatorias excesivas o inapropiadas pueden contribuir a una gama de enfermedades humanas agudas y crónicas.

El consumo de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 permitiría en el organismo humano la regulación de los procesos inflamatorios relacionados con enfermedades crónicas Resolvinas (Rv) y protectinas son mediadores locales derivados de los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 tales como EPA y DHA que son generados durante la etapa de resolución espontánea y actúan localmente en sitios de inflamación.

Estos mediadores contrarregulan la infiltración de leucocitos polimorfonucleados y promueve la resolución a través de la inhibición de las acciones del factor Nk-B en la expresión de genes de moléculas proinflamatorias.

La inflamación es la respuesta, del sistema inmunológico de un organismo, al daño causado a
sus células y tejidos vascularizados por patógenos bacterianos y por cualquier otro agresor de
naturaleza biológica, química, física o mecánica.

Es un ácido graso poliinsaturado que el cuerpo necesita pero no puede producir por sí mismo,
por lo que lo obtiene de alimentos como el pescado azul o los aceites vegetales.

Aunque dolorosa, la inflamación es, normalmente, una respuesta reparadora; un proceso que
implica un enorme gasto de energía metabólica.

En ocasiones, transcurre hacia una situación crónica que suele dar lugar a una enfermedad degenerativa como artritis, arteriosclerosis o, incluso, cáncer. Sin embargo, la inflamación prolongada puede dejar de ser un evento beneficioso y contribuye a la patogénesis de muchos estados de enfermedad crónica como la artritis reumatoide, enfermedad inflamatoria que se caracteriza por la acumulación y la persistencia de células inflamatorias en las articulaciones sinoviales, lo cual resulta en daño en las articulaciones.

Esta pérdida de tejido o la función del órgano como un resultado de una respuesta inflamatoria es inadecuado también se ve en varias otras enfermedades, tales como bronquitis crónica, enfisema, asma, glomerulonefritis, infarto de miocardio y la isquemia reperfusión.

El sistema NF-kB participa en la transcripción de la mayoría de los genes involucrados en la
respuesta inmune innata, por lo que su activación es crucial tanto para la secreción de productos proinflamatorios por parte de los macrófagos, como para la activación endotelial.

Existen indicios de que desde tiempos inmemorables (año 3000 a.c.), aparecieron descritos
algunos signos de la inflamación. No obstante, el primero en detallar los cuatro signos cardinales de la inflamación fue Celsus (escritor romano del siglo I d.c.). Luego Virchow añadió el quinto signo clínico; actualmente se pueden reconocer que los cinco signos cardinales de la inflamación son: rubor, tumor, calor, dolor e impotencia funcional (signo de Virchow).

En 1793 el cirujano escocés Hunter, destacó un aspecto que en la actualidad es considerado obvio: “La inflamación no es una enfermedad, sino una respuesta inespecífica que produce un efecto saludable en el organismo en que tiene lugar”.

Cohnheim (1839-1884) fue el primer investigador que utilizó el microscopio para observar vasos sanguíneos inflamados en membranas finas y translúcidas, como el mesenterio y la lengua de la rana.

Tras la observación de las alteraciones iniciales del flujo sanguíneo, el edema posterior al incremento de la permeabilidad vascular, la migración leucocitaria, este autor realizó grandes e insuperables contribuciones.

El biólogo ruso Metchnikoff descubrió el proceso de la fagocitosis en 1882, este investigador llegó a la conclusión de que el objeto de la inflamación era el de hacer llegar las células con capacidad fagocitaria a la zona de lesión.

No obstante, al poco tiempo las investigaciones de Elie Metchnikoff y Paul Ehrlich demostraron que tanto los factores celulares (fagocitos) como los factores séricos (anticuerpos) eran imprescindibles para la defensa frente a microorganismos.

A estos nombres se debe añadir el de Sir Thomas Lewis, quien, mediante experimentos sencillos
sobre la respuesta inflamatoria de la piel, estableció el concepto de que diversas substancias
químicas inducidas localmente por el estímulo de una lesión, como la histamina, que son
factores mediadores de las alteraciones vasculares de la inflamación.

Este concepto fundamental constituye la base de los importantes descubrimientos de los mediadores químicos de la inflamación y de la posibilidad de utilizar fármacos antiinflamatorios.

Son diversos los estímulos que pueden ocasionar una lesión tisular, ya sean de tipo exógenos o endógenos. Son estos los que pueden dar lugar a una compleja reacción en el tejido conectivo vascularizado que se denomina, inflamación.

Esta reacción de carácter vascular da lugar a la acumulación de líquido y leucocitos en los tejidos extravasculares.

La respuesta inflamatoria está estrechamente relacionada con el proceso de reparación. Es útil
para destruir, atenuar o mantener localizado al agente lesivo, y simultáneamente inicia una serie de acontecimientos que pueden determinar la cura o reconstrucción del tejido lesionado; por esta razón se afirma que la inflamación es fundamentalmente una respuesta de carácter
protector, y de no existir este proceso, las infecciones se propagarían de manera incontrolada,
las heridas no se curarían nunca y los órganos lesionados presentarían lesiones supurativas de
forma permanente.

Sin embargo, en ciertas situaciones, como en reacciones alérgicas y enfermedades crónicas, el proceso inflamatorio constituye el mecanismo patogénico básico.

La inflamación presenta dos fases bien diferenciadas: aguda y crónica.

La inflamación aguda tiene una evolución relativamente breve; sus características fundamentales son la exudación de líquido y de proteínas plasmáticas (edema), y la migración de leucocitos (principalmente neutrófilos).

La inflamación crónica tiene una duración mayor y se caracteriza por la proliferación de vasos sanguíneos, fibrosis y necrosis tisular. ¿Cuáles son los elementos celulares y moleculares implicados en la Respuesta Inflamatoria Aguda, causantes de todos los
acontecimientos de la inflamación? Varios son los elementos implicados en la Respuesta
Inflamatoria Aguda, entre ellos siguientes: el plasma, células circulantes (neutrófilos, monocitos, eosinófilos, basófilos y linfocitos), los vasos sanguíneos y los constituyentes celulares (mastocitos, fibroblastos y macrófagos) y extracelulares (colágeno, elastina, glicoproteínas de adhesión como la fibronectina, laminina, colágeno no fibrilar, tenascina, y proteoglicanos) del tejido conjuntivo; además, la respuesta celular y vascular de la Respuesta Inflamatoria Aguada están mediadas por factores químicos provenientes del plasma o de las células que son activadas por el propio estimulo inflamatorio.

Estos mediadores actúan de forma aislada, secuencial o en combinación, y en fases posteriores amplifican la Respuesta Inflamatoria e influyen en su evolución.

Las células y tejidos necróticos también pueden activar la formación de mediadores
químicos.

Los ácidos grasos omega -3 han sido en la actualidad muy promocionados por sus efectos
benéficos en la prevención de determinadas enfermedades tales como la enfermedad de
Alzheimer, las afecciones cardiovasculares, el cáncer, infecciones, la artritis reumatoide
enfermedades en donde la inflamación es el componente central ya que durante la génesis de
las mismas están implicados diversos compuestos de acción proinflamatoria, cumpliendo un
papel patogénico importante.

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