Ribera oeste del Ozama, de la gloria colonial a la ruina de la modernidad

Por Diario Digital Dominicano

Por Claudia Fernández, Santo Domingo, DN.- Imponente y soñolienta, duerme el sueño ancestral de ser la primera de América, cuna de la sociedad colonial. En la ribera oeste del río Ozama, se mantiene. Entre calles y callejones que formaron este perímetro sin igual, una ciudad hecha de adoquines, piedra caliza, originaria del lugar, se yergue altiva y soberbia Santo Domingo de Guzmán.

Primacía de América, sueño de un gobernador, surge en esta ribera oeste la segunda ciudad colonial. Una plaga de hormigas, dice la historia, obligó a desplazarla desde la margen oriental hacia la parte occidental.

Historia de grandes logros, fue la de edificar una ciudad en tiempo récord, sin los avances de hoy. Murallas, muros, arquitectura sin igual, quizá muchos piensan y preguntan, ¿Cómo se construyó la Ciudad Colonial? La labor fue ideada e iniciada por el comendador frey Nicolás de Ovando, en los albores del siglo XVI –1502, para ser precisos-, utilizando el material proveniente de las canteras cercanas, en lo que hoy delimita la ciudad, duerme el sueño de verano esta ciudad singular.

En donde hoy se erige una parte de la ciudad, nombrada Santa Bárbara, salió casi todo el material para construir las fortificaciones, plazas, iglesias, casas, así se inició la construcción de la ciudad Primada de América, hoy “Patrimonio de la Humanidad”, declarada por la UNESCO en 1990.

Debido a sus características inconmensurables de arquitectura, que resume lo morisco, románico, con lo gótico, barroco y plateresco, hasta llegar a la etapa del Renacimiento un poco tardío, que la inscriben dentro de un marco extraordinario y sin igual.

Nuestra historia, se refleja en las aguas estancadas de esta ciudad colonial, cuya historia llena de vicisitudes, desastres naturales –terremotos y huracanes–, invasiones, destrucción casi total, vuelve siempre a la vida y al recuerdo de lo que una vez fue.

Esta ciudad constituye un referente histórico para el mundo. Hoy, lamentablemente, la ciudad colonial luce arrabalizada, sucia, fea, salvo algunas excepciones.

Edificios abandonados por décadas, otros vacíos y siempre el riesgo de un desastre que pueda terminar en el hundimiento de esta joya histórica.

Pero en el fondo subyace su gran valor. Este preámbulo es necesario, para explicar la situación que atraviesa este perímetro, una vez amurallado, y hoy medio abandonado. Aunque se han hecho y se hacen esfuerzos para la recuperación de su magnificencia y esplendor original.

Mezcla única de estilos de época

Una fusión de estilos arquitectónicos confluye en este perímetro amurallado, de cuyos muros queda poca cosa. El proyecto integral de readecuación, habilitación y reordenamiento de la ciudad colonial ha dado inicio de nuevo, pero en medio de grandes dudas sobre la idoneidad de las formas y maneras en que se lleva a cabo con financiamiento externo –Banco Interamericano de Desarrollo, Unesco, Unión Europea–, sumado a 234 millones de pesos del Ministerio de Turismo, bajo la regiduría del Ayuntamiento del Distrito Nacional y el ministerio, asciende a varios cientos de millones entre dólares y pesos.

Readecuación del drenaje pluvial Uno de los principales problemas que afectan a la zona colonial, es el declive hacia el sur de la mayoría de las aguas que, durante las épocas de lluvia, han permeado y corroído todo el entramado subterráneo que dirige esas aguas hacia el mar Caribe.

Esas calles adoquinadas, de extracción local, ya no aguantan ni resisten mucho a un ataque natural, por eso y para eso se trabaja. Pero al parecer, todo el trabajo se dilata debido a las lluvias y errores en la reconstrucción del trabajo de drenaje.

Salvo unas cuantas calles de lo que fuera el entorno principal en un concierto increíble, las viviendas hechas ruinas entre edificios coloniales de extraordinaria belleza, que a lo largo del tiempo han sido reconstruido, aunque sus fachadas ya no lucen con el esplendor original. Las han cubierto de ¡yeso!, que enturbia la armonía visual, ¿por qué te han disfrazado, querida ciudad colonial?

Un hilillo de agua verde y maloliente, baja desde las ruinas del convento de San Francisco de Asís, hasta la Atarazana. Igual sucede en la calle Hostos de Norte a Sur, mientras los trabajos no terminan, convirtiendo este tesoro de la historia en un verdadero cenagal. Del Callejón de la iglesia de Regina es mejor ni hablar. Y ni mencionar los alrededores de lo que una vez fue la primera universidad del Nuevo Mundo.

Todos se han olvidado del legado histórico que significa ser la primera de las primeras, un orgullo nacional. Están matando a pedazos la hermosa ciudad colonial. Eso es lo que se vende como joya a turistas que abren los ojos y la boca, al transitar por este lugar. ¿Qué esperan las autoridades encargadas del remozamiento de este patrimonio de la humanidad, para devolver el esplendor ya perdido de la ciudad colonial?

 

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