WASHINGTON.- El expresidente estadounidense Jimmy Carter ha fallecido a los 100 años de edad, según ha confirmado su propio hijo. Fue el 39º presidente de Estados Unidos, cargo que ostentó entre 1977 y 1981. En el año 2002, fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz.
Carter, que se encontraba en su hogar en cuidados paliativos, había recibido tratamiento por una forma agresiva de cáncer de piel tipo melanoma, con tumores que se habían extendido al hígado y al cerebro.
Su muerte fue confirmada por su hijo sin dar más detalles al respecto, según informa ‘The Washington Post’.
SU LEGADO
El expresidente Carter (Plains, Georgia, 1924), ganador del premio Nobel de la Paz en 2002 por su legado como mediador internacional, impulsor de las misiones de observación electoral en varios países del mundo, deja un legado un tanto inusual, más destacado por sus actividades fuera de la Casa Blanca que por un único mandato tan breve (1977-1981) como tumultuoso, marcado principalmente por la devastadora crisis económica que padeció Estados Unidos a lo largo de la década de los 70.
Carter, heredero de una rica familia de Georgia y graduado de la Academia Naval, se presentó a las elecciones presidenciales de 1976 como un demócrata moderado y de corte tecnócrata a raíz de su educación como ingeniero, que conectó con los norteamericanos al definirse como un hombre honesto en respuesta al descontento generado por el escándalo del Watergate durante la era de Richard Nixon y la guerra de Vietnam.
Al final, la elección contra Gerald Ford, recuerda el Centro de Barcelona para Asuntos Internacionales (CIDOB), fue la más ajustada en 60 años: el demócrata Carter se proclamó presidente con el 50,1 por ciento de los votos populares y 297 votos electorales correspondientes a 23 estados, mientras que Ford perdió la partida con un 48 por ciento de sufragios populares, 240 electorales y 27 estados en su cuenta. Carter barrió en los estados del sur, que no habían dado un presidente desde la elección de Zachary Taylor en 1848.
Nada más asumir el cargo, impulsó una serie de iniciativas para sacar al país de la recesión a través de la llamada Ley de Asignaciones de Estímulo Económico, finalmente ineficaz: a pesar de la disminución del índice de desempleo, el aumento del coste de la vida por el repunte de los precios del petróleo acabaron por fagocitar cualquier tipo de iniciativa adicional de su administración.
También desreguló parcialmente las industrias de aerolíneas, ferrocarriles y camiones y estableció los departamentos de Educación y Energía, así como la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias. Designó grandes terrenos en Alaska como parques nacionales o refugios de vida silvestre, nombró a un número récord de mujeres y minorías raciales para puestos federales y, aunque nunca consiguió colocar una nominación al Tribunal Supremo, sí elevó a la abogada por los derechos civiles Ruth Bader Ginsburg a la segunda corte más alta de la nación, con vistas a su ascenso definitivo en 1993.
Nada de esto acabó importando a los votantes norteamericanos a finales de 1980. La inflación acabó disparándose hasta el doble dígito y solo hizo falta un fracaso adicional, esta vez en política exterior, para dar la puntilla a su mandato. Su hora más sombría llegó cuando ocho estadounidenses murieron en un rescate fallido de rehenes en la embajada Estadounidense Teherán, en abril de 1980, lo que terminó por consolidar su aplastante derrota contra su rival republicano, Ronald Reagan.
Que precisamente una crisis internacional terminara de tumbar sus aspiraciones a la reelección contrasta con los éxitos alcanzados en este ámbito durante su mandato, como los tratados sobre el Canal de Panamá, los Acuerdos de paz de Camp David –tratado de paz entre Egipto e Israel–, el tratado SALT II con la URSS y el establecimiento de relaciones diplomáticas con China.
LEGADO POSTPRESIDENCIAL
Fuera de la Casa Blanca, Carter no tardó en comenzar una carrera como mediador internacional. Alentado por las negociaciones que auspició en Camp David durante 13 días de 1978 entre el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin, acabó fundando en 1982 el Centro Presidencial Carter del Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, dedicado a temas relacionados con la democracia y los Derechos Humanos.
El expresidente comenzó a trabajar como negociador independiente y a configurar misiones de observación electoral en países con antecedentes de procesos de votación fraudulentos, como Panamá, Nicaragua, Bangladesh, Zambia, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela o México.
Carter estuvo involucrado, recuerda el profesor Robert Strong para el centro de estudios políticos Miller, en la mediación de disputas entre el Departamento de Estado y los líderes extranjeros particularmente volátiles, incluidos el líder norcoreano Kim Il Sung o el líder libio Muamar Gadafi.
Además, trabajó con Habitat for Humanity International, una organización que trabaja en todo el mundo para proporcionar viviendas a personas desfavorecidas, como rostro de la organización en eventos en los que estuvo participando hasta una avanzada edad, hasta que la pandemia de coronavirus limitó enormemente sus apariciones en público.
PREMIO NOBEL
Sus implicaciones en temas internacionales, sin embargo, no han estado exentas de polémicas, ya que en ocasiones se ha salido de la línea oficial fijada por las sucesivas administraciones de Estados Unidos y ha mantenido acercamientos con gobiernos percibidos como hostiles desde Washington.
Sin embargo, los «incansables esfuerzos para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, hacer avanzar la democracia y los Derechos Humanos y promover el desarrollo económico y social» le hicieron valedor en 2002 el reconocimiento del Comité Noruego, que le concedió el premio Nobel.
«No puedo negar que como expresidente soy mejor de lo que fui como presidente», llegó a reconocer, en una declaración avalada por las estadísticas. Carter obtuvo durante su mandato una media de aprobación del 45,5 por ciento, según la firma Gallup, pero en 2009 un sondeo del CNN elevaba el aval a su gestión hasta el 64 por ciento, ya en retrospectiva.
Trump expresa gratitud a Carter por sus esfuerzos mejorar EEUU
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha manifestado su gratitud al expresidente Jimmy Carter, fallecido este domingo, y ha puesto en valor sus esfuerzos por mejorar la vida en «la nación más grande de la historia».
«Acabo de enterarme de la noticia de la muerte del presidente Jimmy Carter (…). Afrontó un momento clave para nuestro país e hizo todo lo que pudo para mejorar la vida de todos los estadounidenses. Por ello todos tenemos una deuda de gratitud», ha apuntado en un mensaje publicado en su cuenta en su red social, TruthSocial.
El millonario ha destacado que «quienes han tenido la fortuna de servir como presidente comprenden que es un club muy exclusivo y solo nosotros podemos percatarnos de la enorme responsabilidad que supone liderar la nación más grande de la historia».
«Melania y yo dedicamos nuestros cálidos pensamientos a la familia Carter y a sus seres queridos en este difícil momento. Pedimos a todos que los tengan en sus corazones y en sus oraciones», concluye el mensaje de Trump.
Carter ha fallecido este domingo en su casa de Plains, en Georgia, a los 100 años de edad, según ha confirmado el Centro Carter. El expresidente (1977-1981) ha fallecido «rodeado de su familia».
Biden expresan su pesar por fallecimiento Jimmy Carter
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha manifestado su pesar por la muerte este domingo del expresidente Jimmy Carter, del que ha destacado su labor como «líder extraordinario, estadista, activista humanitario y amigo».
«Estados Unidos y el mundo han perdido a un líder extraordinario, a un estadista y a un activista humanitario. Durante más de seis décadas hemos tenido el honor de llamar a Jimmy Carter amigo. Pero lo extraordinario de Jimmy Carter es que millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo y que no lo han conocido creen también que es un amigo», ha indicado la Casa Blanca en un comunicado suscrito por Joe y Jill Biden.
Destacan asimismo su «compasión y claridad moral» que «le hicieron trabajar para erradicar la enfermedad, forjar la paz, impulsar los derechos civiles y los derechos humanos, fomentar las elecciones libres y justas, dar cobijo a los sin techo y defender siempre a las minorías».
El actual inquilino de la Casa Blanca ha puesto además en valor su «valor, esperanza y optimismo» y su «humilde liderazgo» que considera «la definición de patriotismo».
Por ello insta «a todos los jóvenes de este país» a estudiar la vida de Jimmy Carter. «Demostró que somos una gran nación porque somos buenas personas, decentes y honradas, valientes y compasivas, humildes y fuertes», ha señalado.
Biden ha ordenado la celebración de un funeral de Estado en Washington D.C. «por James Earl Carter Jr., 39º presidente de Estados Unidos, 76º gobernador de Georgia, teniente de la Armada de Estados Unidos, graduado en la Academia Naval de Estados Unidos e hijo predilecto de Plains, Georgia, quien dio su vida al completo al servicio de Dios y del país».
Igualmente se han pronunciado Bill y Hillary Clinton, que han destacado su «larga y buena vid (…) guiada por su fe, en la que el presidente Carter vivió para servir a otros hasta el final».
Para Michelle y Barack Obama Carter «nos enseñó a todos lo que significa vivir una vida de excelencia, dignidad, justicia y servicio». «Michelle y yo dedicamos nuestros pensamientos y oraciones a la familia Carter y a todos los que amaron y aprendieron de este hombre extraordinario», han resaltado.