La historia de Joan Minaya: un músico con sabor a pueblo… ¡A puro trombón, talento y perseverancia!

Por Diario Digital Dominicano

Diario Digital Dominicano, por Mario Díaz., 5 mayo, 2018, Santo Domingo DN.-Aquella vez Joan Minaya dejó de ser “El Perseguidor” para convertirse en prófugo del amor o en el perseguido por la obnubilada fémina. Pero son gajes del oficio, pues entre los cantantes y músicos viven expuestos a las tentaciones que generan los encantos femeninos y es pan nuestro de cada día, por aquello de que “la mejor manera de vencer la tentación es convertirla en remordimiento”, aunque después haya que probar la velocidad de nuestras piernas para salvar el pellejo.

Su existencia discurrió entre sobresaltos e incertidumbres, desde que lo trajeron al mundo, aunque, caramba, no dudo que aquellos primeros años, preñados de vicisitudes, habría preferido que lo dejaran en el lugar donde estuvo antes, si es que hay uno, o ser un eterno anhelo de dos enamorados.

Pero el triunfo es de los que perseveran y eso fue lo hizo el admirable artista y deportista desde su infancia, para comenzar a saborearlo incluso en la primavera de su vida.

Juan Nicolás Minaya Rivera nació el 24 de junio de 1952, en San Cristóbal, República Dominicana. Hijo de Herminio Antonio Minaya (fallecido en 1967) y Ana Mercedes Rivera, pero quien lo crió fue la posterior esposa de su papá, doña Virginia Succart, a quien todos conocimos cariñosamente como doña Vicky, una dulcísima y ejemplar dama, tristemente fallecida en febrero de 2005.

A Juan, que tiene dos hermanos y son mayores que él: Luis Manuel y José Miguel, se lo llevaron a vivir a Mao, provincia Valverde, a los cinco días de nacido y cuando apenas tenía tres años de edad quedó al cuidado de su tía Elminda Succart, debido a que doña Vicky se fue a Nueva York.

“Mi papá vivía en Santo Domingo sólo con José Miguel y me junté con ellos en la capital cuando yo tenía cinco años”, recordó, un tanto compungido. Pero esa dicha le duró poquito, ya que nada más permaneció un año recibiendo el calor paterno y el de su hermano mayor, pues ambos se fueron a la ciudad de los rascacielos, pedidos en residencia por doña Vicky.

Aquel viaje de su progenitor le cambió la vida radicalmente al pequeño Juan. “Mi papá me dejó en la casa de una mujer que me maltrataba. Poco después de morir el dictador Rafael Leonidas Trujillo ella me dio una pela con un alambre y yo dejé la casa y me fui a la calle”, rememoró.

Tenía nueve años de edad cuando se independizó y estuvo dos más durmiendo en zaguanes, perdiendo todo contacto con su familia. Uno de esos días se acercó a una señora (doña Taty le decían) en la calle Tunti Cáceres, en Villa Consuelo, y ella le dio albergue y comida por algunos meses.

Nuestra futura estrella de la música popular limpiaba zapatos, vendía quipes, periódico y maní. Entonces un amigo lo llevó donde Cuchito el Cojo, un conocido distribuidor de diarios, quien lo puso a vender periódicos, lo que aprovechó Joan para conseguir su propia clientela. Paralelamente seguía limpiando zapatos.

El dinero que conseguía se lo iban guardando doñas Petronila, dueña de una popular fonda en Villa Francisca, y Altagracia, ambas mocanas, dos señoras con quienes lo unía un gran cariño. Por cierto, esta última tenía un marido militar que la desconsideraba y ella huyó de él, por desgracia junto con los ahorros de Joan, que ya contaba entre 10 y 12 años.

“En medio de las turbulencias del Triunvirato yo andaba de curioso, como niño al fin, mirando los disturbios que causaban las turbas de manifestantes, Nada malo había hecho, pero me agarraron preso y me trancaron en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva”, declaró.

Una jueza lo sacó de la celda de inmediato, porque se trataba de un niño, y a la vuelta de aquel recinto carcelario vio a otros infantes que iban para la escuela. Joan se devolvió, se acercó a la jueza y le dijo que era huérfano y quería aprender a leer y escribir.

La magistrada que se llamaba Gladys, pero cuyo apellido el artista no pudo recordar, se llevó a Minaya para su casa y allí lo alojó por tres meses. En ese lapso de tiempo lo inscribió en el Instituto Preparatorio de Menores, en San Cristóbal, donde habló con los padres franciscanos que regían ese recinto escolar y allí lo internaron.

Su aprendizaje fue tan vertiginoso que ya a los 14 años estaba en sexto curso y de ese nivel lo mandaron directo al octavo grado.

“Yo tenía hambre de aprender y vivía estudiando mucho. Toda mi formación y mi preparación la debo a los padres franciscanos y a esa jueza que me ayudó”, agradeció.

Cuando tenía unos 13 años de edad volvió a ver a sus padres y se normalizó la relación con ellos, que durante todos esos años de ausencia no supieron nada de su hijo ni él de ellos. La llave mágica que abrió la puerta fue cuando pasó al octavo curso y le dieron una beca para estudiar en el Instituto Politécnico Loyola y tuvo que admitir que tenía en la ciudad de Mao a su tía doña Elminda, con la que pudo comunicarse y ésta sirvió de enlace para que los padres de Joan supieran de él y viceversa. Los frailes le reprocharon por la mentira, pero lo perdonaron y lo ayudaron con la beca.

Comenzó a estudiar música en el Instituto Preparatorio de Menores, desde que ingresó allí, a los 11 años de edad. El taller que eligió fue la música y también practicaba fútbol.

“Mi primer instrumento fue el clarinete y casi de inmediato el bombardino. Mis profesores de música fueron Nelson de la Cruz y Jesús Martínez”, recordó.

Como deportista, Joan fue un excelente jugador de fútbol, a tal punto que, aunque jugaba para el Refor Club, otros equipos lo querían en su plantilla y por eso integró escuadras como Montecarlo, Aurora y la del Instituto Superior de Agricultura (ISA), en cuya biblioteca laboraba.. En el campo futbolístico fue compañero de Dámaso García (quien luego fue un exitoso pelotero de Grandes Ligas), Harry Garris y Velmar García, viajando como jugador a Jamaica, Haití, México, Colombia y otros países.

“En el Politécnico Loyola tuve un problema con un padre Jesuita que jugaba fútbol y accidentalmente le pegué un balón en la cara, él me haló una oreja y casi peleamos a los puños”, comentó. Ese incidente bastó para que Joan se radicara en Santiago y se inscribiera en el liceo Salvador Cucurullo, donde se graduó Bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas y a la par recibió una oferta para jugar en el equipo de fútbol de la Universidad Católica Madre y Maestra, a la cual ingresó como estudiante de Administración de Empresas.

Los cinco años que estuvo dedicado al deporte se mantuvo alejado de la música, pero ella lo llamaba.

Salió de la universidad y regresó a Santo Domingo, en 1975, ya contando 23 años de edad, y tras pasar los exámenes para ingresar a la Banda de Música de la entonces Marina de Guerra, un amigo lo presentó con el capitán Peñita y así decidió ingresar a la Policía Nacional.

Vistiendo el uniforme policial comenzó su relación con el trombón. “Fui prácticamente autodidacta en este instrumento, el que tomé por admiración a Willie Colón. Tocaba en la Banda de Música y en la orquesta especial de esa institución, mientras picoteaba con Juan Luis y Sus Mulatos, un grupo que también integraban Aníbal Bravo, en el piano, Bidó el sastre y Rojita, en las trompetas, y Bobby Rafael y Blas Durán eran los cantantes”, señaló, extrayendo datos de su espaciosa memoria.

Minaya, que estuvo en la Banda de Música de San Cristóbal y fue miembro fundador de la Banda Latina, siempre ha sido muy querido y respetado por todos sus compañeros músicos. Los más allegados le dicen “el Chino”, por sus ojos un tanto oblícuos y que casi se cierran cuando sonríe.

En junio de 1976 el maestro Félix del Rosario necesitaba un trombonista y Dioni Fernández, entonces pianista de los Magos del Ritmo, lo recomienda al laureado saxofonista, quien le dijo que el único requisito para estar en su orquesta era que “aquí todo el mundo tiene que beber”. Con esta histórica orquesta viajó a Nueva York por primera vez y para ese tiempo su mamá, doña Vicky, ya estaba radicada en Santo Domingo.

“Hacia 1975-76 ingresé al Conservatorio Nacional de Música, junto con Ramón Orlando, Eugenio Vanderhorst…, y me gradué en las áreas de solfeo, composición y armonía”, expresa para confirmar que su preparación musical no es improvisada, sino académica.

En mayo de 1977 le ofertaron ingresar a la orquesta Super Dinamic, donde tocaban el saxofonista Rafael (Papo) Cadena y el trompetista Pruddy Ferdinand, y que lideraba el curazaleño Richard Kerindongo, artísticamente conocido como Richie Babalú. Estuvo dos años tocando con este popular grupo musical.

En 1979 Joan Minaya retornó a Santo Domingo para tocar con el maestro Rafael Solano, la Caribe Band (junto a Manuel Tejada, Sergio Sánchez, Fermín Cruz, Papo Cadena…) y con los también maestros Jorge Taveras y Danny León. Con este último tocaba en el Night Club Los Niveles, del Hotel Hispaniola.

Y otra vez lo solicitan de Curazao, ahora para El Gran Poder de la Salsa, el grupo BESS, que resumía las siglas de Babalú, Edimar, Salsa y Sabor. Este conglomerado decide radicarse en Holanda, donde Minaya se mantuvo entre 1981 y 1984 tocando además con otros grupos, como The Race (La Raza), con el que anduvo por toda Europa interpretando latin jazz.

Y aquí llegó el lío de faldas que por poco le cuesta la vida.

“En 1985 me fui a Francia, huyéndole a una mujer holandesa con la que convivía. Ella era muy celosa y no sólo me echó cloro en los ojos, sino que hasta le pagó a unos pandilleros para que me mataran, todo por celos”, reveló, sobre aquella amarga experiencia. No obstante, su mudanza fue favorable, pues en Francia tocó con Enri Guedón y con el grupo Kasaav.

Pero sus amigos del grupo BESS seguían pendientes del virtuoso trombonista y le propusieron volver a Curazao, a lo que accedió, y después de varios meses en esa colonia holandesa regresó a la República Dominicana para dedicarse a tocar en festivales de jazz y a los arreglos musicales, hasta que formó su orquesta, teniendo como cantantes a Manny Contreras, Nestico y Palmer Hernández.

En 1987, grabó una producción titulada “Toda la vida”, cantando Johnny Vargas, para la compañía disquera Kubaney, del empresario cubano Mateo San Martín , quien murió en septiembre de 2014, y al año siguiente otra denominada “El sol de mañana”, donde cantaron Manny, Nestico y Palmer.

Poco después se asoció con la orquesta La Artillería, donde las figuras eran los cantantes Nelson Gil y El Jeffrey, además de la popular Jackeline Bello, una bailarina de sensuales movimientos. Para esta agrupación musical Minaya produjo “La masajista”, “Soy yo”, “A sobar el pompo”, entre otros exitosos merengues. También se dedicó a orquestar merengues típicos como “La vieja y la pipa”, “El biberón”…

Luego formó tienda propia y comenzó a cantar parte del repertorio, logrando éxitos como “El borrachito”, “Cantinero”, “Hipócrita”. “El perro de Juana”, incluidos en la producción “El Perseguidor”, que grabó para la TH-Rodven en el año 1990.

El inquieto artista, con voz pausada, pero firme, agregó lo siguiente: “Realicé dos producciones salseras para el catálogo Top Hit, entre ellas “Página en blanco”, cantando Raulín Rosendo y otra con la orquesta Noche Sabrosa para el sello Kubaney”.

Fue trombonista de Juan Luis Guerra y 4-40, agrupación con la que participó en varias presentaciones y, además, viajó a Panamá y Colombia.

Curiosamente ha sido el único que ha tocado con los dos Juan Luis de nuestro merengue, cuya vigencia está separada por décadas: Juan Luis y Sus Mulatos y el líder de la agrupación 4-40. Y no crean que el de los Mulatos era un carajo a la vela, eh. Se trata del hijo de uno de los más grandes orquestadores dominicanos de todos los tiempos: don Luis Pérez y de por sí un talentoso músico también. Esta pareja de padre e hijo músicos, por desgracia, ya no está entre nosotros.

Joan, que recientemente ha dirigido las orquestas de Cherito , Sexappeal, Davicito Kada y Rey Reyes, es padre de Ángelo (quien nació en Holanda, en el año1982, y es mecánico de avión). María del Pilar (nacida en 1989 y radicada en París, Francia, donde estudió diseño) y de Joanna Rachel (1994) y Johan (1996), quienes residen en Nueva York.

He aquí algunos de los artistas para los que ha producido Joan Minaya y orquestado exitosos merengues, salsas y boleros, además de los referidos en anteriores párrafos: Fernando Villalona (“Mi vida eres tú”, “Respeta mi dolor”, “La juventud”, “Banana” y “Quién tiene tu amor”, entre otras); Sergio Vargas (“Oh, Mariana” y “La tierra tembló); Raulín Rosendo (“Margarita”, “Barranquillero”, “Y ahora te vas”, “No le pegue a la negra” y otras salsas); Angelito Villalona (“La chula”); Los Hijos de Puerto Rico (“Apuyaíto”); Francis Oliver (“Botón de Oro”)…

Asimismo, ha hecho arreglos musicales para Milly, Jocelyn y Los Vecinos, Aníbal Bravo, Richie Ricardo, Jochy Hernández, Aramis Camilo, Henry Castro, Juanchy Vásquez, The New York Band, Sergio Hernández, Luis Ovalles, Sandy Reyes, Belkys Concepción, Los Sabrosos del Merengue ¡y paro de contar, pues faltan muchos otros!

Y así también prosigue la luminosa carrera musical de este caballeroso y muy talentoso artista nuestro… ¡El mismito Perseguidor!

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