El anticuado empleo del término ecumenismo y la oficial actualidad del diálogo en pos de la Unidad de los Cristianos.

Por Diario Digital Dominicano

Por el Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo de la Arquidiócesis de Santo Domingo.-Ecumenismo, término que apenas se utiliza hoy en día, más la expresión unidad de los cristianos, especificando el camino hacia la unidad de las diversas iglesias cristianas, se debe a la actitud de la búsqueda del lado más amable de la comunión entre los creyentes, pero sin significar la transgresión a la identidad constitutiva de cada comunidad en particular.

El facilitar las cosas en el tema de la unidad de todos los cristianos lo enfocamos desde el aspecto histórico del punto de vista católico de fidelidad al Santo Padre, al Papa y al centro de nuestra vida de fe que es la Eucaristía y los Sacramentos en torno a ella, y eso no se negocia para nada. La verdad es fundamental en el tema del diálogo por la unidad de los cristianos, en el cual a María Santísima, nuestra Madre pedimos su intercesión, para que Jesucristo refuerce nuestro llamado al diálogo ecuménico siempre bajo la perspectiva de nuestra fe Una, Santa, Católica y Apostólica, así como Romana por supuesto, tal es nuestra tradición.

Estamos en año jubilar, Peregrinos en la Esperanza, buscando la gracia de Dios, la paz para el mundo, el perdón de las deudas en todos los sentidos, especialmente para con los más necesitados y agobiados. Esto nos lleva a que tratemos el tema del Decreto de la Unidad de los Cristianos Unitatis Redintegratio (UR) del Concilio Ecuménico Vaticano II que en este año jubilar cumple sus 60 años de haber sido concluido y puesta en marcha su aplicación por el Papa San Pablo VI quien lo condujo en sus puntos más delicados para que no quedasen ambigüedades en su interpretación.

El Papa aprueba el Decreto UR el 21 de noviembre año 1964 junto con la Constitución dogmática de la Iglesia Lumen Gentium, Cristo, Luz de las Naciones, y el Decreto para las Iglesias Católicas Orientales.

El documento de la Unidad de los Cristianos tuvo un trato muy especial por parte del Papa San Pablo VI quien intervino en su redacción por ser gran promotor del diálogo entre las diversas Iglesias. Dejamos claro que no se puede mezclar ni hacer un híbrido, en dominicano diríamos: no se puede hacer un arroz con mango de las diversas tradiciones, de las diversas conductas y prácticas de cada Iglesia. No se puede imponer ni entremezclar, menos hacer énfasis en experiencias vividas porque estas situaciones crean desazón. Evitar imponer criterios a conveniencia.

La familia saludable tiene que ser orgánica. mantener su identidad, salvaguardar sus valores, tradiciones y criterios.

Iniciamos con el Decreto de la Unidad de los Cristianos que señala el escándalo de la desunión entre los cristianos, un escándalo para el mundo, una contradicción porque los cristianos estamos separados, divididos, enemistados y que hagamos acciones acusatorias, vengativas y en detrimento del otro. Por ello, este Decreto Conciliar es un hito histórico, un antes y un después, un rompe aguas en su orientación e integración hacia el movimiento ecuménico, es decir, el movimiento que busca la unidad de las diversas Iglesias Cristianas.

La Comunión es una gracia del Espíritu Santo y un reconocimiento de la obra de Dios de la búsqueda de la unidad de todos los cristianos. El Concilio afirma categóricamente que hay un solo ecumenismo, no hay varios ecumenismos, no hay diversas metodologías para llegar al fin perseguido. Lo pide el Espíritu Santo: la reintegración de la unidad para volver a comulgar todos del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.

El primer capítulo de UR cambió su primer título a principios católicos sobre el ecumenismo. Los números 2 y 3 indican las premisas: las cuentas hay que tenerlas claras.  La identidad de la Iglesia Católica ha de mantenerse siempre. La postura será de reconciliación, conversión, tolerancia. Tender cada vez más a actitudes evangélicas, virtudes y valores de la fe. Tener calidad humana.

La Iglesia Católica reconoce dones y gracias del Espíritu Santo en otras familias cristianas pero haciendo la salvedad de que esos mismos dones y esas gracias tienen su fuente y origen en la Iglesia Romana.

El movimiento ecuménico pone el acento en la caridad y la verdad

En el número 4 y 5 se nos indica que hay una preocupación de la Iglesia Católica y de todas las Iglesias históricas por el restablecimiento de la unidad de toda la Iglesia. Los números 6 y 7 nos indican que el auténtico ecumenismo no se da sin conversión interior y la santidad de vida, contribución para que se realice la unidad de todos los cristianos. Todo mediante un diálogo entre ambas partes en un nivel de igualdad explicado en los números del 8 al 11 de la UR que aclaran que este diálogo está convocado, dirigIdo y sus resoluciones aplicadas por los Pastores de la Iglesia, siempre con la aprobación del Santo Padre, Sucesor de San Pedro y San Pablo, el Obispo de Roma, como suele llamarse así mismo el Papa Francisco.

Los aspectos del número 12 de la UR refieren a la cooperación, las iniciativas, las actividades de cooperación mutua convocadas, organizadas y delegadas por los Pastores de la Iglesia en la única integración con la Sede Apostólica Romana, pues de ella es que cobran y tienen su identidad, su organización, procede su transcurrir histórico. Hay que conocerlo: ¿cuándo surgieron? ¿por qué el distanciamiento con la Iglesia Católica Romana y viceversa? ¿cuál ha sido el transcurrir hasta el día de hoy de la interacción entre ambas?

En primer lugar, hay que conocer el llamado en tantas ocasiones por los Papas, sucesores de San Pablo VI, a las Iglesias hermanas en pos de la unidad. En especial con las Iglesias de Oriente. El número 14 de UR hace un recuento histórico muy somero, dejándonos en deuda de investigar más y conocer más, y en un tono objetivo, no de acusación, sino ver la perspectiva de las Iglesias de Oriente y de Occidente que durante siglos han seguido caminos propios, pero unidos por la comunión de la fe y vida sacramental.

La Iglesia Romana, desde los inicios de la fe cristiana, resolvía las discrepancias entre las diversas comunidades. El Papa sirve para ello como signo de unidad y de caridad, tradición atestiguada en el Nuevo Testamento en materia de fe, disciplina, litúrgica, moral, pastoral.

El decreto de la unidad que busca la integración de las Iglesias Orientales Cristianas destaca sus rasgos de vida tan propios del oriente que con ellos compartimos los mismos dogmas básicos de la fe cristiana, es decir, nuestra fe en un único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Comunidad de personas divinas o trinitaria en un mismo Dios. También compartimos la liturgia que proviene de la época de los Apóstoles y de los Padres de la Iglesia. La Eucaristía, la devoción Mariana como amor a la Madre de Dios y a sus hijos, los Santos de la Iglesia.

En las Iglesias Orientales, igual que en la Iglesia Occidental están todos los sacramentos, los 7 verdaderos sacramentos. De los orientales cristianos surgen los monjes, es decir el monacato o monaquismo. Toda una teología en diversas tradiciones que pertenecen a la catolicidad plena y a los fundamentos apostólicos de la Iglesia.

 El capítulo III de UR tiene como título las Iglesias y Comunidades Eclesiales separadas en Occidente. Nuestros hermanos nacidos de la Reforma Protestante a causa de Martín Lutero y de tantos y tantos millones que siguieron caminos diferentes a Lutero como Calvino, Zwinglio, los fundadores de las Iglesias Bautistas, Metodistas, Menonitas, Evangélicos y Pentecostales entre muchos, muchos más.

Los números 20 al 23 nos indican que en estas Iglesias y Comunidades Eclesiales de Occidente, a las que con una fineza suprema el Papa San Pablo VI quiso dejar de lado el término protestantes. Se habla a seguidas del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), organización que justamente surge en el ámbito protestante, que busca la unidad y con el cual la Iglesia Católica está en diálogo, aunque no es miembro de este por una cierta tendencia al irenismo o mezcolanza de la jerarquía de las verdades.

Las Iglesias y Comunidades de occidente confiesan públicamente a Jesucristo como Dios y Señor para gloria del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero destaca el mismo documento fiel a la verdad, de las divergencias en las doctrinas de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, en relación a la virginidad y maternidad perpetua, la maternidad divina de María Santísima y por tanto, la redención en Cristo Jesús y de la participación en la misma. El mismo documento conciliar alaba el amor y la reverencia de estas comunidades a la Biblia que contienen las Sagradas Escrituras, de acuerdo al número 21. El Bautismo es vínculo de unión con ellos, número 22 y, se reconoce que su culto su oración y su rectitud moral se hace en el nombre del Señor.

El final del documento UR advierte contra las actividades ecuménicas malsanas. Sin poner obstáculos a los caminos de la providencia y sin prejuzgar los impulsos futuros del Espíritu Santo, dado que la unidad de los cristianos supera las fuerzas humanas, hay que poner toda la esperanza en la oración de Cristo por la Iglesia en el amor del Padre para con nosotros en la virtud del Espíritu Santo. Unidad e integración, referida en los números 23-24, con que el decreto subraya el amor que defiende la diversidad legítima e insiste en su dimensión espiritual.

No se propone un modelo de unidad, sino que presupone la unidad en lo esencial. Es de provecho volver una y otra vez, y repasar todo esto como fuente de esperanza para reafirmar cuál es el verdadero sentido de la fe católica y cuál es la verdadera acción del Espíritu Santo. Son muchas las circunstancias adversas en este camino de la unidad. Hay que darse ánimo, seguir adelante y vencer la tentación de replegarse y salir de circulación tomando la postura de disfrutar para sí de la vida espiritual acomodada. Pero esta no es una verdadera y sana espiritualidad. Asumamos el compromiso en pos de la unidad de los cristianos como nos han indicado los Papas San Juan XXIII, San Pablo VI, el Beato Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco y sus futuros legítimos sucesores. Oremos ahora a nuestra madre María, la Madre de la Unidad de todas las Iglesias de los cristianos para que ocurra el milagro de volver a sentarnos todos juntos a la Mesa Santa, cuando lo indique y como lo indique el Santo Padre, el Papa. Mientras tanto comulguemos y asistamos a los sacramentos con esta intención siempre presente de la Iglesia Católica. IDENTIDAD CATOLICA. *Doctor en Teología Católica.

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