Por el Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo de la Arquidiócesis de Santo Domingo.-La unidad de los cristianos es el llamado que corresponde a modo de trabajo directo mediante los diálogos de los pastores de las diversas denominaciones con el Papa y sus sucesores al frente de la Iglesia Católica. La dificultad para dicha unidad es la situación de las diversas iglesias no vinculadas a Roma, que no están bajo la obediencia del Santo Padre. Corresponde únicamente a los jerarcas, directamente responsables del diálogo ecuménica, tomar las medidas al respecto en la búsqueda de una ideal cohesión entre las diversas comunidades de creyentes.
A nosotros, que somos simples mortales gracias a Dios, que no tenemos ese peso sobre los hombros de la responsabilidad primera y última en esta cuestión, nos toca llevar aportar con la unidad espiritual del orar y obras de caridad mutuas. Orar para que se dé en todos los aspectos diversos del llamado al ecumenismo, es decir, el diálogo entre las iglesias cristianas.
Hay que delimitar bien el diálogo ecuménico que busca el milagro de la unidad entre todas las iglesias cristianas. A veces hay confusión en esto cuando incluyen a religiones diversas de la fe cristiana en este rubro. Solamente está dedicada al diálogo entre los cristianos. Para otras religiones no cristianas existe el marco del diálogo interreligioso, y el intercultural para el mundo del pensamiento que se distancia de las religiones.
El lema y el programa que se puede encontrar fácilmente en cualquier un buscador por internet, en su celular, en su dispositivo electrónico, ya sea su tablet ya sea una pantalla de televisión de Smart Tv, ya sea en su computadora, al buscar fin Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2025, mejor escogido no pudo ser, como ocurre cada año. Nos ha interpelado el material de trabajo preparado por la Iglesia Católica y el Consejo Mundial de las Iglesias con la cita del Evangelio de San Juan capítulo 11: ¿crees esto?, pregunta de Nuestro Señor Jesucristo a la hermana de Lázaro, quien le había reclamado: Señor, si hubieras llegado a tiempo mi hermano no hubiera muerto.
Nuestro Señor Jesucristo llora la muerte de Lázaro, había declarado: Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá para siempre. Una cita bíblica maravillosa porque alude a un tema común de todas las Iglesias Cristianas por ser una preparación para recibir la fe, un clásico este texto del tiempo de la Cuaresma que iniciará el 5 de marzo, tiempo de recibir y renovar los Sacramentos de la Iniciación Cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, junto con el texto de la Samaritana de San Juan, capítulo 4 y el texto del Ciego de nacimiento del capítulo 8 de San Juan: Yo soy la luz del mundo.
Por supuesto, estamos ante una referencia eucarística sin par, porque para tener vida, para no morir para siempre, hay que comer del Cuerpo y beber de la Sangre de Cristo. Todo en el ámbito tenido del diálogo en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
Marta, siempre Marta. Santa Marta quejumbrosa, que reclama, exigente, un poco asfixiante. Solo nuestro Señor Jesucristo podía sobrellevarla, y ante su reclamo se le pide la confesión de fe en la resurrección y la vida eterna: ¿crees esto? La respuesta eclesial ha sido: sí Señor, yo creo.
Estamos llamados todos los cristianos, todas las Iglesias a este proceso de conversión para que pueda ocurrir el gran milagro de la resurrección de Lázaro de entre los muertos. El lema de este año 2025 de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos no puede quedar desapercibido.
La invitación es a iniciarnos o retomar o profundizar, tal sea nuestro caso, en el diálogo ecuménico. Un posible esquema para seguir con este tema para aprovechar, concientizar y motivar al respecto, siempre y cuando, hay que hacer la salvedad, y en eso tiene mucha razón nuestros obispos, no podemos por un buen fin andar por caminos temerarios. Hay que superar la falta de conocimiento de estos temas.
Tampoco podemos descorazonarnos al buscar la unidad entre los cristianos, porque nos vamos a encontrar con todo tipo de cosas, especialmente con los que con los que se supone que tenemos que buscar esa unidad, con lo que nos quieren coger de tontos en nuestra buena fe. Hay que ser muy contundentes: nos recuerdan las estadísticas que no hay un dominicano que no tenga ya un familiar que no se haya ido de la Iglesia católica, o que se haya integrado a una comunidad, especialmente de la Reforma Protestante o de otra religión. El caso más común en nuestro país es de quienes emigran a ministerios cristianos independientes, de línea de evangélicos pentecostales. Todos los dominicanos tenemos familiares que se han ido a otros grupos cristianos, y si se han integrado a lugares fundamentalistas y proselitistas, cuando muchas de estas personas se reúnen en momentos familiares, eventos sociales, tantas veces crean un ambiente tan negativo, tan desagradable, porque sacan a la luz el tema de la religión, comienzan a hablar despectivamente de la Iglesia Católica.
Permítanme hacer otra salvedad también al respecto. Los católicos tenemos que mantener nuestra identidad. Varios hermanos de otras Iglesias tienen su identidad adquirida, hacen gala de ella, comienzan a utilizar las mismas frases, hacen los mismos gestos de su nuevo entorno cultural. Hay que respetar el ámbito de interacción de cada uno. No podemos presentar desde lo negativo la opción religiosa del otro, pero tampoco podemos hacer una amalgama o desmeritar la nuestra. De ser así, estamos haciéndole un muy flaco favor a la búsqueda de la unidad de los cristianos.
En todos los ámbitos de la vida, así como en las diversas confesiones cristiana hay de todo, pero la mayoría es gente muy juiciosa, muy cariñosa, muy generosa. En los casos contrarios se trata de gente que no tiene mucha educación, que tiene una condición mental dañina para sí y para los demás que entienden la vida como un litigio, un aplastarte para yo dominarte, para yo sacar un beneficio de ti.
Hay que entender la Identidad Católica y la Identidad de cada opción religiosa, no como un arroz con mago, sino desde la sobriedad, la mesura y el respeto del espacio de cada uno, interior y exterior. Sopesar todas las cosas, desde el simple canto, el modo de hacer la oración, la sana y equilibrada participación en las actividades religiosas, de modo que no se conviertan en eventos turísticos, superficiales, acaparadores, expansionistas o pasionales de momentos.
La fe no es para pasar solamente un buen rato. No se participa de la Iglesia porque estoy aburrido y no tengo nada que hacer, menos aún para sacar de ella un beneficio pecuniario o de fama.
El católico y todo cristiano, así como toda persona de buena voluntad tiene una identidad marcada por su compromiso familiar, matrimonial, laboral. Su característica no es de proselitismo religioso. Consiste en conocer, avanzar y dar frutos en la búsqueda oracional y espiritual de la unidad de los cristianos. Por ello nos preguntamos entonces: ¿cuál ha sido nuestra experiencia con las diversas iglesias y con los que pertenecen a ellas? ¿hemos tenido problemas con aquellos que han cruzado es del lado católico a otras iglesias o religiones?, Y, ¿con aquellos que han venido de esas iglesias a la fe católica?
Se han dado tantos progresos en el diálogo ecuménico a lo largo de las pasadas décadas. El primer paso es para los católicos clarificar y reformar las diversas enseñanzas católicas de la fe del credo bautismal, de la Virgen María y los Santos, las prácticas devocionales, piadosas y ritualistas. Luego estudiar la historia del movimiento ecuménico, especialmente el papel que han tenido los Papas de Roma, resaltando la labor de San Juan XXIII, a quien después le sucedió San Pablo VI, el Beato Juan Pablo I y San Juan Pablo II, el gran promotor venido de un país de tanta cercanía y conflictos con el mundo ortodoxo cristiano, y paso por esta vida como católico polaco y por todo el mundo promoviendo la unidad de los cristianos de las diversas iglesias. El Papa Benedicto XVI fue el gran formulador. profesor y expositor de la importancia del ecumenismo, quien hizo todos y los mejores esfuerzos posibles para presentar la fe católica sus raíces más puras, más tradicionales y al mismo tiempo de buscar ese acercamiento con los demás cristianos, en especial con su entorno germano de la Reforma Protestante del centro de Europa y del norte.
Este tema toca las fibras más profundas del Papa Francisco por que se ha dado la tarea como hacían sus predecesores al realizar reposiciones de propiedades sagradas y pedir perdón a otras iglesias con las que no se tuvo una actitud caritativa en el pasado como es el caso de la persecución y martirio de Juan Huss y sus discípulos. Tercero, hemos de superar las mentalidades de cristiandad que recurren a la violencia, al maridaje con los poderes temporales como el caso actual de la Iglesia rusa que abandonó el camino ecuménico que tanto promovió mientras fue perseguida por el comunismo, y ahora es una esclava de Putin.
Largo ha sido el trayecto de la Iglesia Católica que data del II Concilio Ecuménico de Lyon en el siglo XIII y en el Concilio Ecuménico de Ferrara-Florencia en el XVI para propiciar la unidad de todas las iglesias separadas de entonces, a la vez que hay que estudiar a fondo la historia de la Iglesia y de las iglesias, los desencuentros, las separaciones. Pero el punto cumbre de este estudio del ecumenismo es el del trabajo de los Papas a partir de San Juan XXIII, el gran promotor de esto, pero especialmente la labor de San Pablo VI que se dedicó a fondo en los primeros pasos de este camino, dejó muchas puertas abiertas y muchos acuerdos firmados importantísimos en lo doctrinal, en las relaciones de las iglesias, y en lo adelante, lo más difícil, los puntos espinosos en cuanto a doctrina, jerarquía y disciplina.
A seguidas hay que estudiar El decreto del Concilio Ecumenico Vaticano II, la voz del Espíritu Santo para esta época, llamando a la unidad, aprobado el 21 de noviembre, día de la Presentación de la Virgen María, del año 1964, aprobado por el Papa San Pablo VI que intervino para que quedaran muy claros los puntos de cuál es la postura de los católicos ante el ecumenismo, es decir, el ecumenismo católico, como la Iglesia Católica busca la unidad en colaboración con las demás iglesias, pero manteniendo su identidad, su postura que no se negocia con la Eucaristía y los Sacramentos, no se negocia con el lugar del Papa y de los Obispos como sucesores de los Santos Apóstoles en comunión con San Pedro y San Pablo. No se negocia no se negocia con la doctrina católica común a todas las iglesias cristianas de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en un solo Señor Jesucristo, Dios y hombre verdadero, no se negocia no se negocia ni se merma ni se añade ni se le modifica nuestra fe en la Santísima Virgen María Inmaculada, Asunta, Medianera de toda gracia, Corredentora. modelo de Iglesia, Madre de la Iglesia, typus Ecclesiae y con la Comunión de los Santos así como la doctrina de de los difuntos, y especialmente de las Obras de Misericordia como el trampolín y el acceso para el cielo, y otras doctrinas más que son propias de la tradición de los 21 siglos de la Historia de la Iglesia.
Hemos de enfocarnos en conocer a las diversas iglesias, a nuestros hermanos ortodoxos y a sus tantas ramas y tanta la variedad de sus Iglesias Patriarcales, porque los católicos occidentales, en cierta manera, somos uniformes, estamos medidos por la mismo cajón, por el mismo sastre, y nos cuesta entender que hay tanta variedades de Iglesias legítimas que han vivido tantas separaciones. También el protestantismo tiene muchas ramas y cada vez es más difícil de seguirles la ruta.
El último, y más importante tema es el traducir el reflexionar con el ecumenismo espiritual que abarca, junto al conocimiento histórico de las diversas iglesias, el tema de la tolerancia, el diálogo, la conversión y los medios espirituales, sin perder de vista los límites que corresponden a nuestro accionar ecuménico.
Muy diferente y propio es el ámbito del Obispo delegado por la Conferencia de Obispos y por Roma para tratar oficialmente estos temas, llegar a acuerdos y convocar estos encuentros. A nosotros que somos personas de a pie solamente nos corresponde la espiritualidad manifiesta en la oración, pero no tomar medidas ni tomar posturas al respecto, mucho menos hacer una mezcla a gusto como está tan de moda en lo religioso. IDENTIDAD CATOLICA. *DOCTOR EN TEOLOGIA CATOLICA.
Vamos a pedirle a María, nuestra Madre, como decía el Papa Benedicto XVI, María que nos va a conseguir el milagro de la unidad de las iglesias. Solamente ella puede hacerlo. Por eso María es la Madre de la unidad de todos los cristianos. Pedimos a ella la asistencia del Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego sagrado de tu amor. Envía tu Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la tierra. ¡Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que guiados por el mismo Espíritu saboreemos la dulzura del bien y gocemos de su divino consuelo. Por Jesucristo, Nuestro Señor.