POR LEONARDO ANDUJAR ZAITER, SANTO DOMINGO, DN.-Muchas veces arruinarnos la vida con apegos innecesarios.
Solo podrán marcar un desatinado destino y harán sentir que nada habrá valido la pena vivir.
El dolor albergado como consecuencia, no permitirá apreciar el valor que envuelve la vida.
Necesitamos empezar por aprender a mostrarnos en un plano diferente al acostumbrado hasta el momento.
Saber admitir que debemos corregir el comportamiento humano en virtud de crecer, y contrario a lo vivido, estaremos avanzando.
Apartarnos los apegos innecesarios, la realidad presentada, será otra en función del gozo y la felicidad.
La vanidad ata conquistar más allá de la visión corta puesta sobre la vida.
Los apegos innecesarios, también bloquean disfrutar de acertadas reflexiones que concedan crear el mejor clima de quietud y amor sincero.
El hombre que toma debida decisión en dirigir la vida sin graves dificultades, librará tenazmente, inconvenientes y frecuentes impaciencias, provenientes de temores e intrigas.
Comenzar a entender cómo podemos mejorar la vida al admitir, tenemos que producir cambios para alejarnos de las angustias, las cuales, no facilitarán la cercanía con Dios.
De oponerse al cambio, entonces, de seguro interrumpirá la verdadera senda a tomar la vida.
Nada esclarecerá y la inseguridad creará, desesperada posición encaminada a dejar sin objeto, el brillo que debe mantenerse para dirigir los pasos correctos en la tierra.
Los apegos innecesarios, retrasan las posibilidades del hombre a conseguir darse a la conversión y deleitarse en completa naturaleza y sin obstáculos algunos.
El hombre que no logre la conversión, vivirá enfermo y no descansará sobre el alma en la profundidad del ser.
Deshacerse de los apegos innecesarios, traerá paz, armonía y vivirán facilitando expresiones claras al conocer a Dios.