Diario Digital Dominicano, por Eduardo Acosta, 12 noviembre 2017, MÉXICO.- Médicos mexicanos de la Clínica de Atención Integral al Paciente con Diabetes y Obesidad del Hospital General de México buscan en nuevos protocolos no invasivos, como una terapia que reduce el apetito, la respuesta para combatir la obesidad, declarada como epidemia en el país hace un año.

“Para resolver la obesidad, manejamos una opción que es de mínima invasión que se llama embolización bariátrica”, dijo en entrevista con Efe Guadalupe Guerrero, coordinadora del servicio de radiología vascular intervencionista del Hospital General de México.

Esta institución ha logrado consolidar un proyecto de atención multidisciplinaria para hacer frente a la obesidad, padecimiento que según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2016 ha aumentado respecto a cifras de 2012, pasando del 34,9 % a 36,3 % en jóvenes, y de 71,2 a 72,5 en adultos.

“El procedimiento consiste en entrar a las arterias que alimentan el fondo del estómago y el duodeno para embolizarlas que quiere decir obstruir, taparlas por dentro”, explica Guerrero, uno de los 120 radiólogos intervencionistas de México y la única en este país facultada para un procedimiento que se realiza solo en el Hospital Johns Hopkins de Estados Unidos.

La embolización ocurre al “lanzar unas pequeñas esferitas biológicas perfectamente redondas y que miden 300 micras”.

Dicha acción produce “isquemia en el fondo del estómago”, que es junto con el duodeno el lugar donde se produce la grelina. Guerrero explica que la “grelina es la que se conoce como la hormona del apetito, es la que se produce cuando tenemos hambre”.

“Las glándulas que producen la grelina son muy sensibles a la isquemia, es decir a la falta de oxígeno”, ahonda Guerrero.

Por esta acción las glándulas mueren pero sin provocar daños colaterales.

“No vamos a provocar necrosis, no vamos a matar el fondo gástrico, no vamos a afectar a la mucosa, ni las capas del estómago”, asegura.

Guerrero integra el grupo de especialistas que trabajan en la Clínica de obesidad y diabetes del Hospital General de México, autorizada en una primera etapa a aplicar el procedimiento en cinco pacientes de un grupo “piloto” que puede ampliarse hasta 50.

¿Cuándo se es candidato?
Se es candidato solo después de haber pasado por 14 especialistas de la clínica.

Para Alfonso Alejandro Velasco, coordinador del centro, al frente del proyecto desde 2014, la clave del éxito con pacientes obesos es el “trabajo conjunto de servicios como psicología, rehabilitación, medicina física, entrenadores físicos, nutrición clínica, enfermería y trabajo social”.

La cirugía o los procedimientos bariátricos son siempre “una modalidad de tratamiento no primaria sino alternativa, ya que un paciente tiene que llevar cierto tiempo de seguimiento para fomentar y desarrollar el apego al tratamiento”, describe Velasco.

Cuando un paciente obeso ingresa se le hace un perfil psicológico completo.

“El 70% de los pacientes que atendemos tiene una adicción a los carbohidratos”, entre otras “adicciones adicionales” como al tabaco, alcohol o la marihuana.

Además “emocionalmente son lastimados por la sociedad”, ya que existe el bullying, sobre todo en niños y “en el medio exterior todo está diseñado para personas sin obesidad”, afirma Velasco.

“La ganancia de peso no se dio en un día y tiene que ver mucho con lo que aprendieron en relación a la ingesta (de alimentos), el sueño, el ejercicio o la hidratación. Lo que nosotros hacemos es la modificación de estas conductas”, describe Tania Elpihue Villa, psicóloga clínica de este centro.

Para Velasco en la clínica han logrado “adaptar el modelo médico o biológico al social”.

El área de trabajo social no solo se dedica a medir la “capacidad económica, sino que evalúa a la persona en su medio”.

A veces “la limitante es que a las ocho de la noche es inseguro salir en su zona”, dice el coordinador.

En sus tres años de funcionamiento la clínica ha atendido a unos 3.000 pacientes entre 18 y 60 años. Son más mujeres que hombres provenientes de todos los estados de México, de todos los estratos socioeconómicos con predominancia del nivel medio y bajo, ya que es un centro de “cero rechazo”.

El tiempo estimado para el alta son cinco años, si hay apego al tratamiento.

“Vienen los pacientes porque los refirieron, no porque ellos hayan descubierto que es un problema para su salud”, sostuvo la psicóloga Villa, en vísperas del Día Mundial de la Lucha contra la Obesidad, este 12 de noviembre.

 

 

 

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